martes, 1 de octubre de 2019

Comisarios de los Heraldos, diplomacia vaticana y pan de queso


Probablemente los lectores ya estén en conocimiento de la noticia sobre los comisarios que el Vaticano está enviando a los Heraldos. Y muchos nos han preguntado qué está sucediendo.

Tampoco nosotros sabíamos de esta situación. La Visita Apostólica (la famosa ‘investigación’) ya había sido concluida hace más de un año. Los visitadores, luego de recorrer todas las casas de los Heraldos en el mundo entero, se limitaron a presentar ocho preguntas por escrito, que fueron respondidas en un informe de 500 páginas y más de 40 volúmenes con documentación anexa. Finalmente, autoridades de la Iglesia informaron que nada había sido encontrado para incriminar a los Heraldos.

Sin embargo, es conocido el perfil del cardenal que comanda la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada: en los últimos años, ha pulverizado algunas instituciones promisoras en Europa. Entonces, dado su modo imprevisible, y por no ser muy inclinado a motivar jurídicamente sus actos, muchos Heraldos creían ser cuestión de tiempo para que él volviese sus cañones contra la entidad. Sólo que, en este caso, la situación podría ser peculiar, ya que, teniendo en vista el perfil combativo de los Heraldos, habría riesgo de un tumulto imprevisible (o por lo menos, aumentar los muchos que ya existen en la Iglesia en todo el mundo).
Todo estaba en un impasse, hasta que, recientemente, comenzaron a surgir nuevos reportajes contra los Heraldos (en el portal Metrópoles y en la moribunda Isto É) – dígase de paso, todos ellos estimulados y promovidos por los integrantes de la secta anti-Heraldos, que ahora cuentan entre sus filas a David Ágape (Metrópoles) y Julio Ferreira ‘Ferrari’ (este último prácticamente convertido en su gurú).

Después de estos reportajes “periodísticos”, vino el anuncio del comisariado.
Muchos clérigos en Roma dicen que el perfil del actual pontificado es profundamente aficionado a la mass media. Y aquí nos preguntamos: ¿estos “reportajes” estimularon la decisión del comisariado, o se combinó previamente la publicación de estas materias, para preparar el terreno y levantar nuevamente una polvareda ya disipada? Quedamos con aquella duda de quién está primero, si el huevo o la gallina… Todo indica que la segunda opción sería la más probable, pues supimos ahora, en los ambientes de la oposición, que desde la Pascua de Resurrección ya se daba por seguro que el comisariado vendría. Además, apenas 24 horas después de la noticia oficial del comisariado, una nueva catarata de calumnias fue caprichosamente publicada por Metrópoles. Mas coordinados, imposible.
Finalmente, los detractores de los Heraldos ya estaban bien informados por los directores de los comisionados, y esto, de hecho, deja en claro la falta de imparcialidad de todo este proceso.
Por otra parte, según supimos por nuestros “contactos”, que aquello que sería una noticia áspera, terminó siendo considerada buena.
Los comisarios escogidos son amigos de antigua data de los Heraldos. El jefe de la comisión es nada menos que Monseñor Raymundo Damasceno, un mineiro [natural de Minas Gerais, Brasil], viejo conocido. Tenemos varios amigos en común. O sea, nos estamos sintiendo totalmente “en casa”.

Sabemos que Monseñor Raymundo cumplirá su misión siendo inmune a las embestidas de la secta anti-Heraldos. En realidad, nuestros enemigos sobreviven en base a la histeria y al sensacionalismo, y no nos impresionamos con estas cosas.
El mineiro privilegia los valores perennes en detrimento de las olas del momento. Mineiro vive en la penumbra y sabe ver los matices – y por eso no cae en la trampa de las medias verdades simplistas y mal contadas. Al ser bombardeado de “informaciones exclusivas” provenientes de la secta anti-Heraldos, él sabrá discernir dónde están las falsedades.
No podría haber sido mejor la elección de los comisarios.
Nos preguntamos finalmente ¿por qué estos simpáticos clérigos fueron designados para investigar a los Heraldos?
En nuestra humilde opinión, parece haber sucedido lo siguiente: obviamente el Prefecto de la Congregación no querría salir como derrotado con este caso. Él precisaba mostrar poder. Pero, al mismo tiempo, no podía llegar con “una patada en la puerta”, sin saber qué sucedería -y sobre todo cuando había fuertes indicios de que todos saldrían perdiendo, comenzando por la propia Jerarquía, que dejaría de contar con el dinamismo de los Heraldos y aumentaría el desgaste ya visible, debido a las acciones como el controvertido Sínodo de la Amazonia.
Entonces, tal vez de forma inédita, al nombrar como comisarios a estos amigos de los Heraldos, el Prefecto parece haber optado por una solución diplomática, dónde él y los Heraldos saldrán ganando.
En todo esto, quien continúa perdiendo es sólo la muchachada del “jardín infantil” anti-Heraldos y sus respectivos trompeteros mediáticos, los cuales insisten en aumentar el tono de sus calumnias y difamaciones, y con esto, van cavando cada vez más su propio pozo ante la Justicia.
Que tengan una buena semana.