jueves, 12 de marzo de 2020

Comentario al Evangelio III° Domingo de Cuaresma –Ciclo A- (domingo 15 de marzo) por Mons. Joao S. Clá Dias, EP

Jesús con la samaritana junto a la fuente
[…] Conclusión –

La samaritana, a pesar de no tener una vida de virtud y de ser una extranjera con todas las implicaciones de la Ley, poseía un alma penetrada por una conmovedora simplicidad, verdaderamente cándida. Un modo de ser humilde y desprendido. Respetuosa de sus obligaciones y conocedora de los principios y tradiciones de su religión. Su conversación elevada y sincera, como cuando manifestó cuanto creía en Jesús. Estas cualidades atrajeron el amor del Redentor y lo hicieron ir en búsqueda de la oveja perdida.

Por el contrario, en el caso de Nicodemus, él es quien toma la iniciativa de ir a la búsqueda del Maestro. Confiado en la ciencia farisaica, tuvo mayor dificultad en adherir al Señor. Además
temía perder su posición social. Aun así, terminó defendiendo a Jesús en los momentos más difíciles, porque recibió muchas gracias en tal sentido, y correspondió a ellas.

Monseñor Joao S. Clá Dias, EP
En la ciencia o en la ignorancia, en la virtud o en el pecado, lo fundamental es buscar el agua de la vida, en las fuentes de la Santa Iglesia. Es indispensable no aferrarnos a ciertos conocimientos que podamos haber adquirido y, de este modo, huir del orgullo de la ciencia. O entonces, asumimos la simplicidad de espíritu y la humildad de corazón de la samaritana, aunque, infelizmente, podamos estar en un camino pecaminoso como el de ella.

En resumen, roguemos de modo especial en este domingo, a la Santísima Virgen para que nos obtenga de su Divino Hijo el agua de la vida, haciendo fluir en nuestros corazones el líquido precioso de la gracia que nos conduce a la morada eterna.

(CLÁ DIAS EP, Mons. Joao Scognamiglio In: “Lo inédito sobre los Evangelios” Vol. I, Librería Editrice Vaticana)