Marco Tosatti
Queridísimos
Stilumcuriales, esta historia del Crucifijo
milagroso custodiado desde hace medio milenio en la Basílica de San
Marcelo, en Roma, y arruinado por la lluvia porque fue trasladado para la
transmisión massmediática a la Plaza San
Pedro, para ser colocado como decoración detrás del pontífice reinante, a
Romana Vulneratus Curia no le ha gustado para nada. Y no se ha ahorrado hacer
un comentario, que no quiero definir para no parecer poco generoso, según explica,
el Crucifijo no fue emparamado por la lluvia sino por…pero mejor lean a RVC, y
despues comentamos.
Querido Tosatti,
leyendo en Stilum Curiæ en este link, esta historia del Crucifijo arruinado por
la lluvia, me ha dejado un solo -cuadruplicado- sentimiento que se ha impuesto
a mi pobre cervíz y conciencia.
O el acto fue
premeditado o “alguien” trae mala suerte.
Mi primera reacción
leyendo esta noticia fue: “¿pero quién pudo haber sido el imbécil iconoclasta
que decidió colocar un crucifijo de madera de hace 500 años y además milagroso,
bajo la lluvia?”
Y la segunda
reacción, después de haber reflexionado ha sido: “sospecho que fue puesto allí
voluntariamente para deteriorar un ícono milagroso, para que deje de hacer
milagros”.
Aun una tercera
reacción en relación al artículo del ya legendario Andrea Tornielli, que
escribe que el “crucifijo fue mojado por lágrimas del Cielo”.
Superado el
desconcierto, consternación surgida siendo obligado a pensar cómo puede
alguien, incluso en su peor momento de sentimentalismo sombrío, pensar que
fueron lágrimas del cielo que lo mojaron, sin embargo quizás Tornielli tenga
razón.
Tornielli,
inconscientemente, ha dado la inconsciente explicación del hecho.
El Cielo ha llorado
sí, pero por su Iglesia en ruinas.
¿Pero Tornielli no se
ha dado cuenta que ha invitado a los lectores a pensar esto?
Y más tarde, mi
cuarta reacción fue: “¿Pero no será que esa gente atraiga la mala suerte?”
Tertium non datur, escribía Aristóteles en su
Metafísica.
RVC
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