Páginas

martes, 31 de marzo de 2020

EL CRUCIFIJO EMPAPADO: TONTOS, O HAY QUIÉN TRAE MALA SUERTE…


Marco Tosatti

Queridísimos Stilumcuriales, esta historia del Crucifijo  milagroso custodiado desde hace medio milenio en la Basílica de San Marcelo, en Roma, y arruinado por la lluvia porque fue trasladado para la transmisión  massmediática a la Plaza San Pedro, para ser colocado como decoración detrás del pontífice reinante, a Romana Vulneratus Curia no le ha gustado para nada. Y no se ha ahorrado hacer un comentario, que no quiero definir para no parecer poco generoso, según explica, el Crucifijo no fue emparamado por la lluvia sino por…pero mejor lean a RVC, y despues comentamos.

Querido Tosatti, leyendo en Stilum Curiæ en este link, esta historia del Crucifijo arruinado por la lluvia, me ha dejado un solo -cuadruplicado- sentimiento que se ha impuesto a mi pobre cervíz y conciencia.


O el acto fue premeditado o “alguien” trae mala suerte.
Mi primera reacción leyendo esta noticia fue: “¿pero quién pudo haber sido el imbécil iconoclasta que decidió colocar un crucifijo de madera de hace 500 años y además milagroso, bajo la lluvia?”

Y la segunda reacción, después de haber reflexionado ha sido: “sospecho que fue puesto allí voluntariamente para deteriorar un ícono milagroso, para que deje de hacer milagros”.

Aun una tercera reacción en relación al artículo del ya legendario Andrea Tornielli, que escribe que el “crucifijo fue mojado por lágrimas del Cielo”.

Superado el desconcierto, consternación surgida siendo obligado a pensar cómo puede alguien, incluso en su peor momento de sentimentalismo sombrío, pensar que fueron lágrimas del cielo que lo mojaron, sin embargo quizás Tornielli tenga razón.

Tornielli, inconscientemente, ha dado la inconsciente explicación del hecho.

El Cielo ha llorado sí, pero por su Iglesia en ruinas.

¿Pero Tornielli no se ha dado cuenta que ha invitado a los lectores a pensar esto?

Y más tarde, mi cuarta reacción fue: “¿Pero no será que esa gente atraiga la mala suerte?”

Tertium non datur, escribía Aristóteles en su Metafísica.

RVC

Fuente: