Pareciera que se ha enseñoreado, pero está en el extremo de su debilidad.
El demonio, todo indica, en el auge de su poder (¿quién diría?), se encuentra en una gran encrucijada y está especialmente débil. Esto lo vamos a decir también para animarnos, y dar oídos sordos a esos ‘profetas’ que con la excusa de advertir a los buenos, lo que terminan haciendo es mostrar una falsa ‘invencibilidad’ del mal.
Es cierto que la huella cristiana está casi borrada en el
mundo actual, y lo que vemos es un revivir del otrora vencido paganismo.
Pero es que el demonio está queriendo hacer algo que ni
siquiera osó en el auge de su poder en el mundo antiguo. Y es transformar esta
tierra en la antesala horrorosa del infierno, con todas las notas de su
fealdad, de la de sus secuaces y de las del mismo infierno; y esto así – e
instaurar el horror de los horrores donde él se muestre en toda su inmundicia
para ‘reinar’ -, es algo que aún muchos no están dispuestos o no están
preparados para aceptar, y puede ser la ocasión para muchos volver a la casa paterna.
En la antigüedad pagana las fuerzas de la oscuridad – que
también reinaban – pudieron someter a las masas (por ejemplo con la
esclavitud), usando grandezas donde habían elementos de verdadera belleza:
basta pensar en la magnitud de las pirámides de Egipto, en la belleza de las
construcciones de Alejandría, en la grandeza y belleza de muchos edificios y
monumentos romanos, griegos, asirios o babilonios, en la belleza de muchas
obras literarias, en la solemnidad de cierta pompa imperial o real. Las grandes
masas paganas veían todo ello – sumado a la acción preternatural conexa – y
quedaban hipnotizadas, subyugadas, aceptaban hasta ceder su propia libertad
intrínseca.
Pero, insistimos, el paso que hoy el demonio pretende dar es
más osado.
No quiere nada de grandeza o de belleza, sólo el horror, la miseria, la fealdad, eso que es más propio y auténtico de él. Y hasta allá muchos hombres no quieren o no querrán llegar.
Además que aquí, allá y acullá, ya comienzan a surgir las
luces del triunfo del Inmaculado Corazón de María, anunciado por la Virgen en
Fátima. Cuando todas las luces se apagan, las que aún restan brillan más,
atraen más y evocan más, elementos de un pasado que los hombres desestimaron
pero que ahora muchos recuerdan con añoranzas. Esa es la encrucijada: que en el
auge de su poder, si él avanza en su horror, mucha gente se asusta y su reino
de cartón cae.
Pero al final, el dueño de la Historia no es satanás, sino
Dios y María Santísima. La Creación no fue hecha para rendir tributo al
demonio, sino dar gloria a Dios y a la obra perfecta de la creación que es su
Madre.
Además Ella, como medianera universal de todas las gracias,
y en ese sentido Reina y Dueña de la Gracia, sabe que la Gracia crea
maravillas, puede convertir piedras en lingotes de oro, convertir arena en polvo
de diamante, trasformar cascotes en castillos, palacios y catedrales de
cristal.
Es decir, cuando Ella anuncia el triunfo de su Inmaculado Corazón en Fátima, anuncia el triunfo de la gracia que Ella administra, que pronto llegará a los borbotones, pues si no, su Inmaculado Corazón no puede triunfar.
Pero va a triunfar, y será él triunfo de Ella, para que
reine definitivamente su Hijo.
por Carlos Castro
Fuente: Gaudium Press
Se autoriza su publicación citando la fuente.
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