domingo, 14 de noviembre de 2021

“Quiero apuñalarme en el corazón, quiero que alguien me mate”

Patéticas palabras de un vídeo, que se hizo viral poco antes del inicio de la pandemia. Fueron de un niño de 9 años. Mensaje de su madre sobre el dolor que produce el bullying.

Estas desgarradoras palabras son de un niño, sí, de un niño de 9 años. Su nombre es Quaden, según informaban los medios de comunicación apenas un mes antes del inicio de la cuarentena mundial de 2020. Se hizo viral en las redes, se trata de quien vino al mundo con uno de los tipos de enanismo más común llamado acondroplasia.

Su madre, al sentirse incapaz en el momento de verlo llegar de la escuela – que estaba en plena presencialidad -, con lágrimas que corrían de sus ojos, diciendo palabras tan fuertes como: “yo quiero morir ya”, “solo quiero apuñalarme en el corazón, quiero que alguien me mate”, “quiero morir”; optó por subir este triste vídeo a las redes sociales.

Una verdadera pandemia

Desde Australia llegó a todo el mundo el patético mensaje de una madre que veía los efectos de lo que se está transformando en una pandemia: el bullying. Quería mostrar a las gentes sus nefastas consecuencias, mostraba – en su dolor – la angustia de ver a su hijo sufriendo así. Pues es un niño que solo quiere ir al colegio, aprender y divertirse. Pero todos los días pasaba un nuevo episodio: otro acoso, otra burla, otro apodo.

Quería, esta sufrida madre, que sepa el mundo cuánto daño se está haciendo a su familia. Que tenía que estar continuamente cuidándolo, a causa de sus intentos de suicidio, pues lo había querido hacer varias veces, una de ellas… ¡a los 6 años!

Apelaba a las madres para que eduquen a sus hijos, ya que los sistemas “antibullying” de nada están sirviendo.

Millones vieron este vídeo. Recibió actitudes de rechazo por haber expuesto a su hijo, tan niño, en esta situación. Pero afirmaba que si no lo hacía ella, ¿quién lo haría? En sentido contrario, recibió muchos mensajes de apoyo, entre ellos, de personajes de fama mundial.

Hemos tenido oportunidad – hace algunos años – (ver La Prensa Gráfica “Bullying, burla, acoso, agresión”) habernos explayado sobre esta realidad que se va transformando en una calamidad, haciendo estragos ante la reacción angustiada de educadores, la indiferencia de la mayoría de los compañeros, la complicidad de otros. Grave pecado contra la caridad para con el prójimo, hoy en día sobredimensionado por el uso de las redes sociales.

Desde la agresión física hasta la intimidación psicológica, ejecutada personalmente en su lugar de estudio, como a todo momento por el llamado “ciberbullying”, sufren no pocos niños y adolescentes reiterados hostigamientos que hacen, en la generalidad de las circunstancias, casi imposible que los acosados se puedan defender.

Repetitivamente tienen tanto dolor – y cuánto lo vemos en lo ocurrido con el niño Quaden – que son llevados al extremo de desear la muerte, el suicidio.

¿Cómo llegamos a esto? ¿Cuál es la causa profunda de este desamor? ¿Por qué un joven o una joven – ocurre también en el género femenino – llega a esos extremos de persecución física y psicológica, por motivos de raza, de defecto físico, de alguna deficiencia intelectual, de nacionalidad, cuando no de religión?

Recuperar el amor a Dios

Si no nos convencemos de que el mundo que nos rodea ha perdido el amor a Dios y la práctica de los Mandamientos de la Ley; que se hace difícil ser honrado, educado, estudioso, bien dispuesto hacia los otros, ser puro – cumplir el 6º y 9º Mandamiento, lleva, muchas veces, a una saña persecutoria, a un bullying tenaz-, no comprenderemos cómo se pudo haber llegado a estos extremos.

Uno podrá decir, fue en Australia… en mi país, en mi ciudad, en mi barrio, en el colegio de mis hijos, eso no ocurre. ¡Se engañan! Sí que ocurre, pues no pocas veces, los que son acosados guardan un silencio que los va destrozando por dentro, les cuesta pedir ayuda. Esa soledad, ante dichas agresiones, los llenan de desesperanza. Y los acosadores, junto con sus cómplices e indiferentes que asisten, tienen un pacto de silencio también.

Padre Fernando Gioia, EP

Los preocupados educadores, ante el fenómeno del bullying, viven un difícil momento, dado que se va edificando un ambiente “infernal” en que el maltrato, la envidia, el odio, la discriminación, el desprecio son el alimento de un escenario contrario al que tenga una buena disposición hacia los otros, de un sano relacionamiento marcado por la caridad fraterna.

Un fenómeno muy difundido

Ante eso, deben ser tomadas medidas disciplinarias hacia los autores, so pena de ser responsables de no frenarlo, no dando el acompañamiento debido a las víctimas del bullying. Atormentados van sufriendo daños, no sólo físicos, sino destructivos trastornos psicológicos que pueden llevarlos a una situación desesperante.

Es a los 9 años que comienzan a sufrir sus efectos, llegando este fenómeno a extenderse hasta los 15 aproximadamente. No hay más momento libre de la agresión del bullying. Las redes sociales hicieron que el espacio geográfico del niño o joven sea invadido fuera del ámbito escolar; y el tiempo aumentó a… todo el día, cuando no parte de la noche, a través del “ciberbullying”.

En algunos países optaron por singulares métodos “antibullying”: unos se enfocan en lo preventivo, otros por la elección de un grupo de alumnos líderes de la convivencia; hay los que enfocan la atención en los espectadores pasivos testigos, de tal brutalidad, se los invita a cambiar de actitud, no apoyar riéndose, no quedar indiferentes, pues sin tribunas ni espectadores, no hay bullying.

Tema extremamente complejo. No hay solución sin un “método” que penetre en el corazón del general de los niños y las niñas. Para eso es preciso que tengan, en sus familias, un continuo ejemplo de convivencia. De lo contrario, nada se logrará, a no ser una leve porcentual disminución en tema tan grave y delicado.

Los chicos y las chicas llevan a la escuela o al colegio, el reflejo de sus hogares. La repercusión de lo que vivieron en sus casas, viendo sus padres peleando, sus hermanos divididos, la falta de convivio, el estar cada uno con su celular y su mundo, la poca disposición de ayudarse mutuamente en el lugar propio para ello que es la familia.

Los padres, primeros y principales educadores, son los responsables de la enseñanza de los valores que los guiarán durante toda su vida: estima, acogida, amor, servicio a los demás. Pena es recordarlo, pera ya hace 27 años san Juan Pablo II señalaba la existencia de niños y jóvenes que eran “huérfanos de padres vivos” (2.2.1994). Hoy estamos viendo, cuando no viviendo, las consecuencias.

Por el Padre Fernando Gioia, EP

Fuente: Gaudium Press

Se autoriza su publicación citando la fuente.

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