martes, 28 de junio de 2022

Solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles (Fiesta del Papa)

Con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo apóstoles, que se celebra el 29 de junio transcribimos algunas consideraciones del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira* sobre la figura del Romano Pontífice:

«Todo cuanto hay en la Iglesia de santidad, de autoridad, de virtud sobrenatural, todo, absolutamente todo esto sin excepción, ni condición ni restricción, está subordinado, condicionado, dependiente de la unión a la Cátedra de San Pedro. Las instituciones más sagradas, las obras más venerables, las tradiciones más santas, las personas más insignes, en fin, todo lo que más genuina y soberanamente pueda expresar al Catolicismo y adornar a la Iglesia de Dios, todo esto se vuelve nulo, maldito, estéril, digno del fuego eterno y de la ira de Dios, si se aparta del Romano Pontífice. Conocemos la parábola de la vid y los sarmientos. En esa parábola, la vid es Nuestro Señor, los sarmientos son los fieles.

Pero como Nuestro Señor se unió de manera indisoluble a la Cátedra Romana, se puede decir con total seguridad que la parábola sería verdadera entendiéndose la vid como la Santa Sede y los sarmientos como las varias diócesis, parroquias, órdenes religiosas, instituciones particulares, familias, pueblos y personas que constituyen la Iglesia y la Cristiandad. I Todo esto sólo será verdaderamente fecundo en la medida que tenga una íntima, calurosa, incondicional unión a la Cátedra de San Pedro».

“‘Incondicional’, decimos, y con razón. En moral, no hay condicionantes legítimas. Todo está subordinado a la grande y esencial condición de servir a Dios. Pero, dado que el Santo Padre es infalible, la unión a su infalible magisterio [únicamente] puede ser incondicional.

Estatua de San Pedro, Basílica de San Pedro, Vaticano.

«Por esto, es signo de vigor espiritual de los fieles una extrema susceptibilidad, una vibrátil y vivaz delicadeza con todo lo referido a la seguridad, gloria y tranquilidad del Romano Pontífice. Después del amor a Dios, es éste el más alto de los amores que la Religión nos enseña. Un amor y el otro hasta se confunden. Cuando santa Juana de Arco fue interrogada por sus perseguidores, que querían matarla, y para esto buscaban hacerla caer en algún error teológico por medio de preguntas capciosas, ella respondió: ‘En cuanto a Cristo y a la Iglesia, para mí son una sola cosa’.

Y nosotros podríamos decir: ‘Para nosotros, entre el Papa y Jesucristo no hay diferencia’. Todo lo que se relaciona con el Papa se relaciona directa, íntima e indisolublemente con Jesucristo« [1].

[1] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. A Guerra e o Corpo Místico, em «O Legionário», de 16/4/1944.

Fuente: Revista Heraldos del Evangelio, Junio 2008, n. 59.

[*] Maestro y formador de Monseñor João S. Clá Dias, el fundador de los Heraldos del Evangelio.

Se autoriza su publicación citando la fuente.

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