Los uruguayos, especialmente los católicos, fuimos gratamente sorprendidos el pasado sábado 17 de diciembre con la feliz noticia que la Santa Sede había reconocido el milagro operado por Monseñor Jacinto Vera, que llevará a los altares al primer obispo del Uruguay. Podríamos decir que es un regalo adelantado del Niño Dios que nos da en este tiempo próximo a la Navidad.
¿Cuál es el milagro?
El milagro reconocido
por el papa Francisco es la curación rápida, duradera y completa de una niña de
14 años ocurrida el 8 de octubre de 1936. La niña se llamaba María del Carmen
Artagaveytia Usher, hija del Dr. Mario Artagaveytia, reconocido médico
cirujano, y de Renée Usher. Después de una operación de apendicitis sufrió una
infección que se fue agravando hasta llegar a una situación desesperada. Los
mejores médicos de la época la atendieron, recordemos que no existía aún la
penicilina. La niña sufría fuertes dolores.
Un tío, Rafael Algorta
Camusso, le lleva una estampa con una reliquia del siervo de Dios Jacinto Vera
y le pide a la niña que se la aplique a la herida y que tanto ella como su
familia recen con toda confianza por la intercesión del siervo de Dios. Esa
misma noche cesan los dolores, se acaba la fiebre y a la mañana siguiente la
niña se sentía completamente bien. La curación fue rápida y completa,
científicamente inexplicable, comprobada por su padre y por el médico que la
atendía el Dr. García Lagos. María del Carmen Artagaveytia vivió hasta los 89
años, falleciendo en 2010.
En 2017 se retomó el
estudio de este caso, que había sido presentado al poco tiempo de la curación.
Se realizó un exhaustivo informe médico, que luego fue analizado por una junta
médica en el Vaticano. Ante el tribunal formado para estudiar el presunto
milagro, sus hijos declararon que conocían el hecho desde siempre, por el
testimonio de su madre. Aportaron diversos elementos y recuerdos, entre otros,
que su madre tuvo toda la vida en su mesita de luz la estampa con la reliquia
de Mons. Jacinto Vera que había colocado en su herida.
¿Quién fue Monseñor Jacinto Vera?
Don Jacinto Vera nació
el 3 de julio de 1813 en un barco, en el Océano Atlántico, frente a las costas
de Brasil, cuando su familia se dirigía a Uruguay desde las Islas Canarias. De
joven trabajó en el campo con los suyos, en Maldonado y en Toledo. Descubrió su
vocación a los 19 años. Incorporado al ejército fue licenciado por el Gral.
Oribe para que pudiera continuar sus estudios sacerdotales. A falta de formación
en Uruguay, se trasladó a Buenos Aires para estudiar. Celebró allí su primera
misa, el 6 de junio de 1841.
Teniente cura y luego
párroco de la Villa de Guadalupe de Canelones durante 17 años. Fue nombrado
vicario apostólico del Uruguay el 4 de octubre de 1859; consagrado obispo en la
Iglesia Matriz de Montevideo el 16 de julio de 1865. Participó del Concilio
Vaticano I en 1870. Primer obispo de Montevideo desde el 13 de julio de 1878.
Murió durante una misión que realizaba en Pan de Azúcar, el 6 de mayo de 1881.
Estatua de Mons. Jacinto Vera en su sepultura. Catedral de Montevideo. |
Durante los 22 años que
ejerció primero como vicario apostólico y después como obispo, transformó la
vida católica en el Uruguay, y contribuyó como pocos al bienestar de la Nación.
Su vida se caracterizó por un indómito espíritu misionero.
La importancia del reconocimiento del
milagro
La Iglesia para iniciar
el proceso de canonización de un venerable, cuyo primer paso es la beatificación,
pide como requisito que el candidato o candidata a llegar a los altares, debe
haber hecho al menos un milagro comprobado. Una vez reconocido ese primer
milagro, se procede a la beatificación.
Ahora bien, ¿quién es un beato o bienaventurado? El término beato significa
feliz (del latín beatus) o bienaventurado. La Iglesia nos enseña que los beatos
ya gozan en el cielo de la presencia de Dios e interceden por nosotros
peregrinos aún en este mundo. La beatificación es el último paso previo a la
canonización, es decir a ser declarado santo.
El beato llega al “honor
de los altares”, sus imágenes pueden ser veneradas en las Iglesias, se celebra
su memoria litúrgica, es decir, que habrá un día en el año en que será su
fiesta (en general el día de su muerte, llamado dies natalis) donde en la misa
y otras celebraciones del día se lo recordará especialmente, como se hace con los
santos.
Un verdadero “acorazado” de la fe
Décadas atrás, alguien
viendo por primera vez la fotografía del Venerable Jacinto Vera exclamó: “¡Es
un verdadero ‘acorazado’ * de la fe! Dotado de una gran astucia que sabe donde
pone el pie; y ciertamente debe haber tenido y, quizá hoy día, tenga aún
aquellos que no simpatizan con su personalidad tan categóricamente católica y
misionera.
Por mi parte me sentiría muy bien si tuviera que tratar con él. También me
siento naturalmente movido a rezarle y pedirle favores y gracias. Además, me
encargaré de recomendar junto a mis cercanos que se difundan estampitas con su
fotografía y se haga conocida su historia. Igualmente para aquellos que se
sientan inspirados, tengan un cuadro suyo en un lugar de destaque en sus
hogares, etc.”
Fuente: Heraldos del Evangelio - Uruguay
Se autoriza su publicación citando la fuente.
Positio (proceso de beatificación) de
Mons. Jacinto Vera, que se puede descargar desde el siguiente enlace:
https://drive.google.com/drive/folders/0ByAEfdYSsNPXa2NxMnY1Y2VmN28?resourcekey=0-swlMz9lGVzaoN6IluB-HMQ
Fuentes consultadas:
Jacinto Vera, nuestro obispo gaucho, será beato
Jacinto Vera, nuestro obispo gaucho
Don Jacinto Vera un regalo de Dios a nuestra Iglesia
[Vídeo] Reconocimiento de las reliquias del Venerable Jacinto Vera
* Buque de guerra
provisto de una coraza de acero y armado con artillería del máximo calibre y
del mayor alcance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario