Marco Tosatti
Estimados lectores:
Hemos recibido —y de buena gana publicamos— una carta de un laico brasileño, miembro de los Heraldos del Evangelio, quienes recientemente, después de una visita apostólica que terminó sin encontrar nada de negativo, han sido comisariados con base en motivaciones extremadamente genéricas.
Ahora bien, que esto suceda mientras que en otras órdenes religiosas se verifican con frecuencia afirmaciones y comportamientos en contraste con el Magisterio de la Iglesia y con el catecismo, no puede dejar de despertar asombro. Cuando vemos lo que ha sucedido en los jardines del Vaticano, ante la mirada del Papa, y en una iglesia de la Via della Conciliazione, a pocos pasos de la Basílica de San Pedro, donde se han celebrado unos ritos que, para decirlo suavemente, pueden calificarse de sincretistas, el asombro y la perplejidad aumentan. Va creciendo la sospecha de que la verdadera razón de este comisariado se basa tanto en la antipatía personal que tiene hacia los Heraldos el prefecto de la Congregación para los Religiosos, Braz de Aviz, personaje de la ultra politizada Conferencia Episcopal Brasileña (de extrema izquierda...), como en el amor a la tradición de la Iglesia que demuestran los Heraldos.
Buena lectura.
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Estimado Dr. Tosatti:
En primer lugar, quiero agradecer su amable acogida y reciente publicación del testimonio de mi hermano de vocación. Él mismo me ha animado a escribirle ahora. Soy laico, soltero, abogado, brasileño, tengo 53 años y pertenezco a los Heraldos desde su fundación. También fui, durante un mandato, secretario general de la Asociación.
Escribo porque, desgraciadamente, siguen apareciendo noticias fantasiosas sobre los «Heraldos del Evangelio», puestos en el paredón de la calumnia. Por esta razón, propongo algunas reflexiones que me permito compartir con usted y, si lo desea, con sus queridos lectores.
Para ser breve, me concentro sólo en una de las noticias publicada sobre nosotros: «Heraldos comisariados: interrogantes para los críticos”, del reverendo padre Lorenzo Prezzi, SCJ, publicado en el sitio «Settimana News», conocido por los visitantes de Stilum Curiae. El periodista, un religioso, en un estilo dulce y misericordioso, no tuvo la amabilidad de escuchar a la parte acusada, según me han informado mis compañeros italianos. El P. Prezzi, como se sabe, rinde homenaje a ciertos líderes del Vaticano con un respeto religioso, pero no es precisamente un amante de instituciones como los Franciscanos de la Inmaculada o de otros por el estilo...
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1) La primera burla del padre dehoniano recae sobre nuestro hábito, considerado por él como un «uniforme curioso». En su «imaginación» —expresión suya—, el hábito de los Heraldos se parece al uniforme de los «mosqueteros». De hecho, se comprende que alguien a quien no le guste mucho vestir su traje eclesiástico (CIC c. 284) se burle de un hábito reconocido por la Iglesia y por el derecho propio (CIC c. 669, §1). Y, por coincidencia, atrae mucho a los jóvenes. Quizá incluso más que las plumas de los amazónicos, tan de moda hoy en día...
Sobre este punto me surge la pregunta: si los Heraldos son la reedición de los «mosqueteros», ¿quién será actualmente el maquiavélico cardenal Richelieu? ¿Y quiénes serán sus malvados guardias? Al final de mi carta, intentaré responder a estas preguntas.
P. Lorenzo Prezzi, SCJ |
3) El artículo del P. Prezzi vuelve con la cantinela de los exorcismos. Ya Santo Tomás había dicho que las acusaciones sirven para aclarar la verdad. Pues aquí está, y espero que definitivamente. Conviene recordar que la mayoría de las frases sacadas de los vídeos han sido presentadas fuera de su contexto. Concretamente, se trataba de presuntas declaraciones del diablo a través de una persona poseída. Ahora bien, los que estaban presentes en aquellas reuniones eran mayoritariamente clérigos, conscientes de que el príncipe de las tinieblas es el padre de la mentira. Como se sabe, para dar crédito a esas supuestas declaraciones hay que usar de una extrema prudencia, porque muchas veces Satanás se disfraza de «ángel de luz» (2Cor 11, 14). Intenta engañar incluso a los santos, como quiso hacer hasta con Santa Catalina de Bolonia, apareciéndosele bajo la figura de Cristo.
Para analizar esas y otras afrentas, se constituyó en la época una comisión de teólogos y canonistas que analizó cuidadosamente el asunto, antes —debo decirlo— de que el vídeo fuese difundido ilícitamente. La conclusión del estudio (todo él documentado y entregado a las autoridades eclesiásticas competentes), en el que se aplicaron las reglas clásicas del discernimiento de espíritus, fue considerar improbables todas esas narraciones; por lo tanto, nunca formaron parte de nuestras convicciones. Si hubiéramos sido consultados antes de la explosión del asunto en los medios, se habría evitado la confusión innecesaria que se produjo en las mentes del público católico.
En cuanto al milenarismo, invito al reverendo sacerdote a leer la carta de mi amigo, anterior a ésta. Si Benedicto XVI decía que los teólogos de la liberación eran los milenaristas de un pasado reciente, ¿qué decir de sus sucesores, los ecoteólogos?
Facta, non verba. El hecho evidente para el público católico es que aquellos episodios —donde se hablaba, entre otras cosas, de cambios climáticos y de un supuesto futuro pontífice— de ninguna manera influyeron en el comportamiento de los Heraldos, que continuaron haciendo el bien con una conciencia recta y tranquila. Si lo contrario fuese verdadero, los Heraldos no habrían aceptado la visita apostólica o el comisariado, unas medidas que, por lo menos, son precipitadas e inexplicables. Por lo tanto, incluso en circunstancias adversas, el amor a la Iglesia ha prevalecido entre nosotros.
Gran labor sacramental de los Heraldos en Sucumbíos, Ecuador |
Los Heraldos en una procesión en las calles de Sucumbíos |
Permítame un desahogo: Brasil, tan famoso hoy gracias al Sínodo y también a cierto comisariado, es la nación del mundo con más católicos, a pesar de que en los últimos cincuenta años el porcentaje de ha caído del 95 al 50 por ciento... Esperamos soluciones para contener la hemorragia. Benedicto XVI confiaba en los movimientos misioneros, como los Heraldos, ayudados por la gracia de Dios: «Omnia possum in Eo qui me confortat» (Flp 4, 13). Otros confían en «chamanes» y en la «madre tierra». A este respecto, me viene a la mente la pregunta profética de Elías al pueblo de Israel: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si el Señor es Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal» (1Re 18, 21).
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Aprovecho esta oportunidad para decir que algunos amigos míos se están haciendo preguntas sobre las medidas extraordinarias que la Santa Sede ha adoptado con nosotros. La pregunta principal gira en torno al motivo real del comisariado. Algunos dirán que, en el fondo, es por la cuestión de los exorcismos, como muchos órganos de prensa han afirmado precipitadamente. Si fuera eso, ¿por qué las hermanas también han sido comisariadas? ¿Y los laicos?
Por mi parte, con respecto a esa pregunta, confieso que no entiendo el motivo de un comisariado.
Además, sobre las respuestas a las ocho preguntas finales planteadas por los visitadores, y que los Heraldos mencionan en el comunicado de prensa publicado con motivo del comisariado, muchos quieren saber si los visitadores o la Congregación hicieron observaciones al respecto. La respuesta es negativa. De hecho, allí se explica todo exhaustivamente en 572 páginas, con más de 18.000 páginas de documentos adjuntos y de testimonios. Pero, por los canales oficiales, no ha llegado ni siquiera una palabra de respuesta... ¿Por qué? ¿Y el diálogo?
En los buenos tiempos, antes de comisariar a un Instituto, se informaba a los superiores sobre las conclusiones de la visita. En nuestro caso, ni siquiera eso. ¿Por qué motivo?
Como católico y como abogado espero que mis hermanos no se dejen martirizar como mansos corderos... ¡Ha llegado el momento de actuar como leones! Sé que mucha gente piensa así.
Termino. Hace unos días, un compañero que trabaja en nuestro archivo me confidenció un dato revelador... Me aseguró que habían pasado ante sus ojos varios informes reservados, del 2010 en adelante, referentes a comentarios imprudentes, para decir poco, de cierta autoridad vaticana —¿tendrá incontinencia oral?— que anunciaba por aquí y por allá, desde que llegó a la Ciudad Eterna, un próximo «cierre» de los Heraldos; y esto incluso antes de recibir cualquier queja sobre nosotros. Si esto es real, espero que la verdad salga a la luz y se manifiesten las intenciones de los corazones. Entonces quedaría claro que fuimos condenados sin un juicio previo y que tanto los vídeos como las demás acusaciones difamatorias sólo sirvieron de pretexto. La suerte estaba echada: Delendi sunt...
Sea como fuere, seguimos confiando: ¡Por fin, el Inmaculado Corazón de María triunfará!
Humberto Goedert
Traducido de la versión original en italiano: Parla un Araldo del Vangelo: siamo stati pre-giudicati