Páginas

miércoles, 2 de octubre de 2019

Heraldos del Evangelio: Comisariado inexplicable. La carta de un canonista.


Hemos recibido una larga y documentada carta de parte de un laico doctor en Derecho Canónico, que pertenece a los Heraldos del Evangelio, los cuales han sido recientemente “comisariados” por la Santa Sede, con base en presupuestos de los más vagos y genéricos. Al final de la visita apostólica que, según consta – y consta incluso en la Secretaria de Estado, de acuerdo a nuestras informaciones – no habían encontrado nada grave o anormal. Pero evidentemente en esta estación dictatorial es suficiente la aversión, hace mucho tiempo cultivada, de un cardenal jefe de Congregación y la sospecha de “tradicionalismo” para entrar en el grupo de los comisariados.
La carta que presentamos hace referencia a algunos artículos de estos días, de “Vatican News” y de “Vatican Insider”. [...] Saque el lector sus conclusiones...
¡Buena lectura!
*   *   *

Estimado Dr. Tosatti:

Soy un laico célibe, tengo 67 años, doctor en Derecho Canónico. Como miembro de la TFP fui por largos años auxiliar de su fundador, el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira. Hoy continúo mi caminada en los Heraldos del Evangelio. Aunque no tengo cargo directivo en la institución, he podido monitorear de cerca todo el proceso de la Visita Apostólica convocada por la Santa Sede, también participando en la comisión de especialistas responsables de preparar el dossier “Respuesta a las Preguntas Finales” presentado por los visitadores, motivado por las acusaciones – sin fundamento - de un grupito de ex miembros poco amantes al carisma. Por lo cual tengo conocimiento de causa.

Escribo el presente testimonio libre y espontáneamente contradiciendo, debo decirlo, las indicaciones, en vigor entre nosotros, de conservar el silencio. Sin embargo, después de profunda reflexión ante el Señor, me siento con el deber de conciencia de defender mi honra personal y la de tantas almas que quieren, para el bien de la Iglesia, colaborar con el fructífero apostolado de la Asociación.

He estado siguiendo su trabajo durante mucho tiempo, querido Dr. Tosatti, y admiro su coraje. Por esta razón, creo que es la mejor persona para sacar a la luz mi testimonio motivado, sobre todo, por la noticia de Vatican Insider, firmada por Salvatore Cernuzio (28/9/2019): "El Vaticano ha comisariado a los Heraldos del Evangelio, la asociación brasileña de extraños exorcismos bajo investigación desde 2017".

De hecho, varios organismos de prensa mundial prontamente informaron sobre el comisariado a los Heraldos. Esperábamos información sensacionalista o falsa. La sorpresa desagradable es que la reacción más agresiva fue de lo que muchos consideran el órgano oficioso de cierto sector de la Curia, ferviente difusor de los vientos de la misericordia.

¿Cuál será la verdadera motivación? ¿Quién se beneficia?  No lo sabemos, aquí van algunas pistas.

I) Cuántas carencias...

Comencemos con la palabra inicial del artículo de Cernuzio: “carencia", refiriéndose a aquellas que se supone sufren los Heraldos. Cualquier cristiano sabe que sólo Dios está exento de cualquier tipo de "carencia" (S. Theol., I, q. 4, a. 2, co.). En cualquier caso, es difícil ver dónde y cómo la Asociación tiene "carencias" en las vocaciones, gobierno o administración. Especialmente si miramos el paisaje católico de hoy, tan lleno de "carencias".  Soy honesto al reconocer que nadie es juez de su propia causa, pero por otro lado, no podemos negar la verdad reconocida como tal: la disminución de las vocaciones, los graves problemas gubernamentales y administrativos que existen en muchos institutos. La religiosa asistente designada para el comisariado a los Heraldos, por ejemplo, es la Superiora General de las Hermanas de la Divina Providencia, un instituto que hoy cuenta con 928 hermanas contra las 1.411 que tenía en 2005. Nos encomendamos precisamente a la Divina Providencia para que la Reverenda Madre nos guíe para evitar que nos suceda lo mismo que les ocurrió a ellas…

Por otra parte, podemos constatar con tristeza una “carencia” en el artículo de Cernuzio y es aquel principio básico de justicia bien recibido por el código deontológico del periodismo: "Audiatur et altera pars" - sea oída también la otra parte. El Código de Derecho Canónico declara  (c. 1526) “onus probandi incumbit ei qui asserit” – “la carga de la prueba recae en el acusador”. De hecho, el juez está obligado a interrogar a las partes antes de dictar sentencia (c. 1530) “partes interrogare semper potest, immo debet”. Cernuzio se ha auto denominado como juez, pero “carente” de cualquier competencia jurídica, no aplicando al caso los principios de la justicia porque, que yo sepa, no se ha puesto en contacto con ninguno de mis hermanos de vocación.

II) “Exorcismos extraños” o ¿prácticas de la Iglesia desde tiempos inmemoriales?

El asunto de los exorcismos cuestionados es simple: básicamente, eran “oraciones de liberación” ampliamente difundidas en el mundo católico, según lo previsto en el propio Ritual Romano: De exorcismis et supplicationibus quibusdam, raccomandate addirittura a laici e laiche. Los casos analizados no se trataban de “exorcismos solemnes”, acto de culto público de la Iglesia, sino apenas de invocaciones ad libitum contra los espíritus de las tinieblas, eficaces en tantos casos ex virtute charismatis; como han hecho muchos católicos a lo largo de la historia, varios de ellos canonizados, como Santa Francesca Romana y San Pío de Pietrelcina.

En una situación de apremios demoníacos es el deber de caridad de todo cristiano -a fortiori de un sacerdote- buscar la sanación espiritual del alma “carente” de ayuda sobrenatural. ¿Esto no es otra cosa sino misericordia, verdad? La prueba de la naturalidad de estos hechos surge de los testimonios de agradecimiento -quiero creer que se guardan cuidadosamente en archivo- enviados a los miembros de la institución por muchas personas beneficiadas. ¿Si los frutos son buenos, no lo será también el árbol?


III) ¿Culto a una suerte de “trinidad” o virtud ligada a la Justicia?

En las páginas de cierta prensa anti católica brasileña, a la que se suma ahora el Vatican Insider, es recurrente la manía de confundir la veneración o el respeto, con “adoración” por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, Doña Lucilia, su madre, y Mons. Joao Clá.

Como es sabido, la obsesión contra cualquier suerte de culto a hombre o mujer es de cuño protestante, ya que dentro de denominaciones separadas de la Iglesia Católica toda veneración o respeto por las personas que lo merecen fue eliminado, considerándolo una especie de idolatría, que denominaron de Cristocentrismo bíblico.

Uno no tiene que ser un teólogo para percibir la diferencia entre el respeto y el honor debido a los superiores (ver S. Theol., II-II, q. 102-103) y el culto de latría reservado sólo a Dios. Incluso los paganos honraron a las personas consideradas excelentes. Por otra parte, no es necesario tener un título en Derecho Canónico para percibir la diferencia entre el culto público y el culto privado.  La cuestión ha sido claramente dilucida por los Heraldos en varias publicaciones y en la extensa “Respuesta a las Preguntas Finales” a la Visita Apostólica referida más arriba.

En síntesis, todo fiel puede y debe, en virtud de la justicia y del cuarto mandamiento del Decálogo, considerar dignas de respeto a las personas dotadas de autoridad o virtuosas, como dice el Apóstol: “Reddite omnibus debita: cui timorem timorem, cui honorem honorem” (Rm 13,7). Conviene recordar que no es la canonización lo que hace alguien santo, sino que porque uno es santo viene a ser canonizado; y, exactamente, la “fama de santidad” entre el pueblo de Dios es lo que lleva a iniciar el proceso canónico.

En este sentido, la fama de santidad del Prof. Plinio y, sobre todo, de su madre, Lucilia, se ha extendido mucho más allá del círculo de los Heraldos del Evangelio. En efecto, hay una enorme cantidad de testimonios relativos a las gracias obtenidas, tanto materiales como espirituales, por personas de todas las condiciones, países y edades.

IV) ¿Milenarismo o profetismo?

Es incluso curioso motejar a los Heraldos como organizadores de una especie de “culto secreto y extravagante constituido por teorías milenaristas que invocan la Virgen de Fátima”. Antes de nada no debemos confundir milenarismo con profetismo. En efecto, en 2007, Benedicto XVI dijo, al respecto del mensaje de Fátima, que “es la más profética de todas las apariciones modernas”.

En cambio, en ese mismo año, durante la visita apostólica a Brasil, el Pontífice hizo uso -una de las pocas veces en el reciente Magisterio- de la palabra “milenarismo”. ¿Con qué finalidad? Para hacer referencia a la Teología de la Liberación como si fuese un milenarismo fácil, "una mezcla equivocada entre Iglesia y Política". Pero, como es bien sabido, los Heraldos nunca se han interesado en las discusiones políticas. En otras ocasiones  al milenarismo se le ha atribuido, como hizo san Juan Pablo II, a movimientos vinculados a la New Age, una filosofía vaga de matriz gnóstica que goza de simpatía en otras congregaciones, pero no entre los Heraldos, como es evidente.

Finalmente, atribuir a los Heraldos el calificativo de "milenarista" es una contradicción en los términos. En primer lugar, porque estarían en la senda del movimiento contrarrevolucionario, según Vatican News. Ahora, como sabemos, ese movimiento es diametralmente opuesto a la “revolución de las masas” entendida como un medio para alcanzar el supuesto reino mundano, característica típica de los movimientos milenaristas.

Además, los Heraldos fueron considerados por Benedicto XVI como una Asociación capaz de frenar la expansión de las sectas, muchas de ellas de carácter milenarista, como el propio Ratzinger señalaba en su Rapporto sulla Fede. Y eso, porque según él: "La correcta valorización de mensajes como el de Fátima puede ser nuestro tipo de respuesta [al crecimiento de las sectas, en particular las marcadas por el milenarismo]". 

En conclusión, pienso y creo que Cernuzio está muy equivocado: según el reciente Magisterio de la Iglesia, los Heraldos y su devoción al mensaje profético de Fátima son una realidad opuesta al milenarismo.



V) Algunas curiosidades para concluir...

Es curioso que Cernuzio afirme que una "profunda investigación al Instituto" ya estaba en curso con motivo de la renuncia del Fundador, cuando en realidad la visita ni siquiera había sido anunciada.

Es curioso que el Comisariado haya sido decretado (con un error que podría invalidarlo al menos parcialmente) a pesar de la evidencia que demuestra que no hubo un hecho consistente que justifique tal medida.

Es curioso que un periódico que supuestamente está tan actualizado haya omitido información bien conocida por las autoridades vaticanas, es decir, la evidente parcialidad de uno de los visitantes en contra de los Heraldos. Esto se confirma, de acuerdo con los documentos que pude conocer.

Por último, la noticia de Vatican News describe al fundador de los Heraldos como “un ex miembro de la asociación católica tradicionalista y contrarrevolucionaria brasileña TFP”. Como todos saben, el Fundador de la TFP es el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, gran líder católico de renombre mundial. En el lejano 1979, desenmascaró las intenciones de un ala más “avanzada” de la Iglesia, en un libro que ya en el título revela su tenor profético: “Tribalismo indígena, ideal comuno-progresista para la Iglesia del siglo XXI”.

En resumen, me parece altamente simbólico que algunos de esta facción, herederos de la camaleónica teología de la liberación -hoy, después de una extraña metamorfosis, que se ha convertido en una especie de eco-teología- han decretado en la inminencia del Sínodo de la Amazonia para sacrificar en el altar de la “madre tierra” a una institución con origen y espiritualidad tan estrechamente vinculadas al Prof. Plinio.

Más allá de sus intenciones, una cosa sé y creo: ¡las obras de Dios son inmortales!

José Manuel Jiménez, doctor en Derecho Canónico (Angelicum)

Texto original: Araldi del Vangelo: Comissariamento inspiegabile. La lettera di un canonista.



Para descargar el archivo de este artículo en Word, y en PDF