Uno de los acontecimientos más destacados e inéditos de nuestro tiempo tuvo lugar a principios del siglo XX, en la región montañosa portuguesa de la Serra de Aire. Allí, tres inocentes pastorcitos fueron escogidos por Dios para transmitir un importante Mensaje al mundo.
Y este les fue confiado “por Aquella que es, de
hecho, la Reina del Cielo y de la tierra. Aquella cuya belleza, poder y bondad
fue tema de profetas y santos durante cientos de años”.
El fin de una crisis
es anunciado por la propia Madre de Dios
Los Tiempos Contemporáneos, que parecen estar a punto
de terminar con una nueva crisis, tienen un privilegio mayor. Nuestra Señora
“vino a hablar a los hombres”.
De hecho, la Santísima Virgen a menudo cambió el
curso de los acontecimientos; por ejemplo, al entregar el Rosario a Santo
Domingo, al preservar la fe católica en Irlanda, al salvar la cristiandad en
Lepanto o ser la protectora especial de los intrépidos exploradores del océano
que llegaron al Nuevo Mundo, capitaneados por Cristóbal Colón en su navío la
Santa María.
Así, “nadie, que crea en Dios y en la inmortalidad
del alma, puede considerar improbable que la Madre de Cristo, el Verbo
Encarnado, se haya revelado, en las diversas crisis del mundo, a personas
privilegiadas. De estas apariciones, muchas han sido confirmadas como, en
tiempos modernos, las de Lourdes y Santa Bernardita”.
“Pero, ¿por qué habría de aparecer en Portugal, en
1917, y en un lugar tan desierto e inaccesible como la Serra de Aire?”. ¿Cuál es la razón de este privilegio?
Un acto desbordante del amor de Dios, un fuerte
llamado a la vigilancia y un signo indiscutible de su misericordia. “Nuestra
Señora al mismo tiempo explica las razones de la crisis e indica su remedio,
profetizando la catástrofe en caso de que los hombres no la escuchen. Desde
todo punto de vista, tanto por la naturaleza del contenido como por la dignidad
de quien las hizo, las revelaciones de Fátima superan, pues, todo lo que la
Providencia ha dicho a los hombres en la inminencia de las grandes borrascas de
la Historia”.
Fátima: escenario de
la manifestación de la Madre de Dios al mundo
Fátima fue el escenario elegido por la Mensajera
Celeste para manifestarse al mundo. Situada en la Diócesis de Leiria, perdida
en una de las estribaciones de la Serra de Aire, a cien kilómetros al norte de
Lisboa y casi en el centro geográfico de Portugal, la pequeña localidad tiene a
su alrededor, en un radio de unos veinticinco kilómetros , algunos de los
monumentos más elocuentes y simbólicos de la historia portuguesa.
En sus alrededores se puede contemplar el castillo
construido por D. Afonso Henriques, en Leiria, cuyas imponentes ruinas, altos
muros, potentes y bellos torreones se alzan en lo alto de una colina.
El gran Monasterio de Batalha, que, con sus
espaciosas salas, soberbios arbotantes, pináculos y tracería, es sin duda la
más bella joya de la arquitectura medieval del país.
El convento-fortaleza de Tomar, antigua sede de los Templarios
Lusitanos y, posteriormente, de la Orden de Cristo.
No muy lejos, rodeado de murallas medievales y
encaramado en una colina que domina la vasta llanura, se encuentra el
encantador pueblo de Ourém, con sus laderas estrechas y accidentadas, ruinas góticas
y trozos de murallas del antiguo castillo del señor feudal.
Por último, la Abadía cisterciense de Alcobaça, una
de las mayores de Europa, construida en el austero estilo gótico bernardino,
que en sus días de esplendor fue centro de fervor religioso y alta cultura,
albergando a más de mil monjes.
Todavía cerca de Fátima, hacia el océano, se
encuentra el pinar varias veces centenario de Leiria, plantado por el rey D.
Dinis, en la Edad Media.
En el paisaje de la comarca predominan los cerros
pelados y pedregosos, salpicados de encinas, aquí y allá pequeños pueblos
formados por casas pintadas de cal, que brillan al sol, y, en los valles,
algunos olivares, encinas y pinos.
Fue en este entorno rural, tranquilo y lleno de
recuerdos, que la Madre de Dios eligió revelar al mundo una de las profecías
más graves de la Historia. Palabras del Cielo, cargadas de advertencia, pero
también de misericordia y esperanza.
Por Mons. João
Scognamiglio Clá Dias, EP
Texto extraído del libro ¡Por fin mi Inmaculado
Corazón triunfará!
Fuente: Heraldos del Evangelio – Uruguay
Se autoriza su publicación citando la fuente.
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